La cola de la cometa

Publicado por garvidal en

Bajaba hasta el mar descalza al despuntar el alba, con las cintas de su sombrero bailando como la cola de una cometa, y su vestido, de blanco reflejo, jugando a ser viento. Allí las olas, alegres, corrían a besarle los pies y a borrar sus delicadas huellas, aquellas con las que hilvanaba la playa, con sus pasos alegres, ungiendo mar y tierra como una diosa de la mañana, vistiendo de azul y dorado el mundo, su mundo. Luego, cuando el sol juzgaba, planeaba sobre la arena hasta la fresca cueva que el tiempo había horadado para ella en los acantilados y allí, entre bailes y canciones, se dejaba querer por el murmullo del mar lamiendo las rocas. En los atardeceres se vestía con un jubón encarnado, para fundirse con el ocaso, y tras el estremecedor rugido somnoliento de la luz en retirada, se dejaba mecer por las primeras estrellas que acordonaban la noche. Y así fue siempre, o al menos lo habría sido hasta que llegó el miedo, la sombra, la bruma de la incertidumbre, hasta que llegó él.

Se dio a él como se daba a la vida, se entregó sin condiciones, sin límites, dejándole tocar la tecla más profunda de su alma, y los hilos que los unían, un día sin nombre, se transformaron en sogas. Él le pidió su amor, y ella lo guardó en lo más profundo de una caracola y se lo entregó para que la llevara siempre colgada del pecho y pudiera escucharla, como el mar. Él le pidió su tiempo, y ella llenó un reloj con arena de la playa y se lo entregó para que contara sus horas y sus días. Él le pidió su cuerpo, y ella se desvistió de él para cubrirlo y protegerlo del relente de la noche oscura. Finalmente él le pidió su corazón y ella le entregó su vida en un aliento delicado que le susurraba nanas para dormir. Cuando él lo tuvo todo ella desapareció, se borró, y tan solo su sombrero, maltrecho y abandonado, quedó sobre la arena hasta que, una ráfaga de viento, lo elevó hacia el cielo haciendo que sus cintas bailaran como la cola de una cometa.

Él buscó otra playa, siempre había otra playa.

Categorías: Microrrelato

0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.