Soledad

Publicado por garvidal en

Guardaba, en un pequeño bote de cristal, todas las lágrimas que había derramado a lo largo de su vida. No eran muchas, pero no era el número lo que importaba; existen almas que se quiebran con una sola y la de Soledad era una de ellas. Caminaba despacio, como si lo hiciera entre zarzas, ya que sus pies se dañaban con facilidad y no eran pocos los que habían arrojado cristales a su paso que se transformaron en pétalos de sangre. Procuraba hablar en susurros ya que, otrora, los gritos de los que creyó cercanos rompieron su alma de vidrio en mil pedazos. Intentó vivir al amparo de las sombras que la cobijaban, ya que cuando la luz, por tenue que fuera, la alcanzaba le provocaba quemaduras de nostalgia en las manos y le cegaba el aliento dejándola muda de sollozos. Soledad era el filo del tiempo sobre el que navegan las almas tristes y, para ella, la vida era una cuchilla que le cortaba los días y las noches en finas lonchas de existencia que se superponían unas sobre otras. Y, todo aquello, todo aquel dolor, toda aquella tristeza, manaba de una sola fuente, un caño de un caudal minúsculo del que cada gota había horadado en ella un agujero más profundo, cada desprecio, cada insulto, cada mirada, cada mueca, por pequeña que fuera, había hecho de ella el ser dañado que se quebraba a cada paso. Soledad no necesitó ser talada por un hacha inmensa, Soledad se rompió siendo tan solo una rama frágil cuando el primer niño la llamó gorda y todos rieron.

Categorías: Microrrelato

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