Verano

Publicado por garvidal en

El sol del verano impartía justicia a los pocos valientes que no habitaban en las sombras proyectadas por los árboles centenarios del paseo de aquel parque. El chasquido de las hojas a la más leve brisa anunciaba los pocos instantes de tregua que el calor otorgaba, como una bendición breve. Ella habitaba en un escaso y liviano vestido de tirantes, cuyo lino acariciaba su piel y secaba las gotas del sudor que la recorrían como carreras de caracoles. Sus sandalias yacían con sus cintas derrotadas en el suelo, junto a sus pies desnudos, mientras sentada sobre un banco, guarecida bajo un olmo, leía a Dickens intentando paladear la navidad lejana. Las palomas, como pinceladas, se empeñaban en picotear el suelo a su alrededor y el piar de los estorninos que anidaban en los cercanos plátanos revolucionaba por oleadas la tarde. Tomó del cesto de fibra de coco un pañuelo y, caminando descalza, llegó hasta la fuente en la que instantes antes un gorrión salpicaba agua jugando con sus alas; empapó el paño y lo pasó por su nuca y por su cuello notando como el agua chorreaba sobre sus pechos, libres de la opresión del invierno, y bajaba hasta su vientre refrescándola de inmediato. Volvió sobre sus pasos, guardó en su cesta el libro, las sandalias y caminó hasta una pequeña isla de hierba sobre la que se tumbó mirando los retazos de nubes que se disolvían sobre el firmamento. El césped ralo crujía bajo su peso transmitiéndole la escasa humedad que la acunaba y, como mecida entre adormideras, cerró los ojos al susurro constante del latir de la ciudad en el sopor de la hora de la siesta. Sonrió para sí misma; era aquello todo cuanto necesitaba para ser feliz. Y se abandonó al un sueño ligero mientras de fondo el ladrido juguetón de los perros se mezclaba con la risa de los juegos de los niños.

Categorías: Microrrelato

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