Su lucha.

Apretó fuertemente el puño pese a tener la mano llena de cristales rotos, lo que provocó un dolor lacerante y un goteo de perlas rojas que repiqueteaban sobre el suelo. Los dientes sellados, la respiración agitada, los ojos entrecerrados y los hombros cargados como escopetas, la vista fija en un Leer más…