45 años no cumplidos
Hoy habría cumplido 45 años. Justo a las doce y un minuto le habría dicho felicidades, chiqui, y ella, con estrellas en los ojos, apretando los dientes y con una sonrisa nerviosa me habría abrazado y me habría preguntado ¿qué me vas a regalar?, mañana lo verás, ¿ni una pista?. Le habría costado dormirse, pero habría caído agotada finalmente. Al despertar, de nuevo, la habría felicitado con un beso, y como hoy sería viernes, habríamos ido a trabajar. La habría visto salir a desayunar con sus compañeras, seguro que hoy tomaría pincho de tortilla como hacía todos los viernes, e invitaría a sus amigas al desayuno. A las tres tendría que esperarla en la puerta, como cada día, la tomaría de la mano y la felicitaría de nuevo, felicidades, chiqui, y ella sonreiría otra vez como sólo ella sabía sonreír. Habríamos comido fuera, un día es un día, quien sabe donde, y después ella habría ido a su clase de costura, donde sus más que compañeras amigas la habrían agasajado de besos y abrazos por doquier. Al volver a casa su familia habría venido a felicitarla. Sus sobrinas, las dos estrellas de su cielo, le harían reír hasta la lágrima, y su hermana y su cuñado le contarían mil historias del trabajo, de las niñas, del día a día que nos arrebata el tiempo. Luego cenaríamos, y allí reparto de regalos. Le habría comprado un par de libros, eso no faltaba, algo para su pasión, la costura, y probablemente algún viaje como regalo para los dos. Quizá algún capricho de esos que ella no se permitía, algo que alguna vez había mirado con ojos de deseo, o aquel vestido que no se atrevía a comprar. Ella habría abierto, con ayuda de las pequeñas, los paquetes nerviosa, se habría sorprendido y, como siempre, me habría dicho te has pasado. Nunca era suficiente, nada podría haberle regalado que compensara lo que ella me daba a mí. Este es el cuarto cumpleaños en el que nada puedo regalarle que no sea recordarla y seguir queriéndola como el primer día. Tres años y dieciocho días después de que su luz se apagara una triste, la más triste, noche de septiembre ella sigue siendo mi mejor regalo.
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