Caminar sin piel
El pasado es el vacío que enamora a la nostalgia, el eco de gritos que no dimos, la envoltura de un corazón que dejó de latir. Y en ese pasado habitan fantasmas que se repiten una y otra vez en los silencios que pintan la soledad, vientos que arañan cuerpos que caminan sin piel. El caer una y otra vez en las mismas pozas de brea te ennegrece el alma y ciega los ojos con los que te miras, ahoga las voces que te amarraban a puerto y, de nuevo a la deriva, hasta el mar de los sargazos. Y se quiebran los palos, derrotando las velas, perdiendo ancla y al amparo de la corriente te dejas de nuevo llevar hacia el ocaso que no cesa, hacia la noche que no acoge. No hay verdad que quite el frío ni sueños que acaricien al despertar a media noche acompañado de vacíos.
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