Invisible

Publicado por garvidal en

Se sorprendió al ver su reflejo en cristal del escaparate de aquella pastelería que tanto le gustaba. Aquello descabaló su teoría más extendida, la de que era, en realidad, un vampiro. Bueno, no solo el reflejo, quizá también que fueran las diez de la mañana y que anduviera a pleno sol entre una multitud de personas que, como ella, se cruzaban como partículas en un sistema superficial. Lo del vampiro estaba descartado, pero lo que no dejaba lugar a ninguna duda era su invisibilidad. Se argumentó que, aunque fuera invisible, al ser consciente de sí mismo, su mente creaba el reflejo en aquel cristal ante la imposibilidad de que no estuviera allí. Porque, lo que estaba claro es que era invisible. Lo había sido siempre, desde el colegio, desde ese patio, plagado de chillidos y juegos, en el que existía una isla desierta en la que habitaba. Creía, firmemente, que era debido a aquel jersey verde que su madre había comprado en el mercadillo de la ciudad y que hacía que se mimetizara con el respaldo de la silla. Seguro que era como una cabeza flotando sobre un fondo verde. ¿No era, acaso, un fondo verde lo que utilizaban en el cine para hacerlo todo invisible, para crear una fantasía sobre la realidad? Eso era su vida, una fantasía sobre la realidad, la vida de un no visible, la no persona, la “neutrosidad” del ser transparente. Después del colegio llegó el instituto, pero nada cambió. Seguía siendo un nombre en una lista que obtenía calificaciones mundanas. Y, luego, un trabajo monótono en un rincón oscuro de una oficina dónde ni la luz lo visitaba, donde tan solo el extraño parpadeo de un fluorescente le marcaba el ritmo de la jornada mientras el polvo se acumulaba sobre su vida. Y allí fue consciente de su superpoder, quizá más bien de su ausencia, de la falta de luz que reflejar, de la inconsciencia vacía del que camina solo entre la multitud. Y, como quien se apaga, un día se hizo tan pequeño que incluso desapareció de su propia historia. Y quedó, como resto marchito, el eco de sus sollozos en su almohada.

Categorías: Microrrelato

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