Papel
Tenía la piel demasiado fina para sobrevivir, tan delgada era que incluso la luz la dañaba; por eso prefería vivir en la sombra. Sus pensamientos eran afilados, como una hoja de papel, y cortaban por sus bordes como un escalpelo, derramando su alma con una hemofilia imparable que la vaciaba. Acorazaba sus palabras como cebollas blindadas, escondiendo en el fondo verdades que despertaban sus lágrimas y aniquilaban sus esperanzas, transformando en polvo sus huesos de cristal e inundando de lágrimas sus pulmones para no dejarle respirar. Y, a cada paso que daba, sentía punzadas intensas de tristeza en su camino que cargaban su espalda de toneladas de miedos y terrores. Tenía tanto miedo de vivir que no era capaz ni de dejarse morir, así que tan solo dedicó su tiempo a habitar rincones oscuros y pequeños en los huecos que dejaba la vida al pasar.
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