El sastre de las palabras

Publicado por garvidal en

Quemaba cada poema que escribía, en honor al silencio. Hacía barcos de papel con sus relatos y los lanzaba a la mar, donde terminaban pereciendo ahogados y tan solo las sirenas habrían podido leerlos si leer supieran. Vertía al aire los cuentos que los niños nunca escucharían, y tan solo el eco de las montañas repetía sus versos. El mundo se hizo sordo a su voz y ciego a su letra, nadie cantó sus canciones ni leyó sus historias y, al final, aquel escritor perdió su voz y quedó mudo de palabras, incapaz de coser las letras entre ellas, sin fuerzas para enhebrar las agujas de sus lápices para forjar mundos, para pintar almas. Y la vida se volvió un poco más gris, perdiendo los colores de sus labios. Se retiró al lugar en el que mueren los poetas, a la tumba de la monotonía y la insatisfacción, al hueco que dejan los silencios en la mente, a la mirada inerte a una pantalla que bramaba y, con el pan y el circo, se secó el río de su existencia. Como una sombra más pobló las avenidas de la rutina con pasos cansados, arrastrando los pies sobre las cenizas de los libros no escritos y rodeado tan solo por la sinfonía de pitidos y gritos. Y, entre las ruinas de la cultura, pereció la celosa armonía de un soneto triste que, como su nombre, nunca llegó a rimar.

Categorías: Microrrelato

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