Tiovivo

Publicado por garvidal en

Recordaba con nitidez aquel caballo de madera sobre el que montó la última noche en la que vio a su padre con vida. Tenía la boca ligeramente abierta, como iniciando un relincho que nunca llegaría a dar, y las patas delanteras y traseras curvadas como si lo hubiesen capturado a mitad de un salto y lo hubieran convertido en madera policromada justo en ese instante. Pendía del techo del tiovivo de una barra de frío metal a la que se abrazó ante el miedo a que el incesante sube y baja del animal lo derribara, aunque la atracción giraba suavemente al compás de una música monótona y anodina. Cada vez que pasaba frente a sus padres intentaba hacerse el valiente, erguido sobre la montura y agitando una mano a modo de saludo, justo un instante antes de volver a abrazarse con fuerza a la barra frente a él. Ellos lo miraban, con una sonrisa orgullosa, con los ojos cansados de aquel que, tras una larga jornada, lleva a sus hijos a la feria para verlos disfrutar pese a estar agotado. Estaban cogidos del brazo, su madre apoyaba ligeramente su cabeza sobre el hombro de su padre que se mostraba feliz ante el gesto de cariño, y ambos saludaban con la mano cada giro del animal. Su padre jugueteaba con una ficha verdosa que le garantizaba otra tanda de vueltas en el tiovivo aunque, esta próxima vez, subiría a uno de los coches de bomberos que le auguraba un viaje más tranquilo. Hoy no puede evitar sentir una profunda melancolía ante el sonido de pianola, las luces de colores y los caballos de madera que, de vez en cuando, vuelven a llevarlo de vuelta a aquella noche, la última noche en la que vio a su padre con vida.

Categorías: Microrrelato

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