La sed.

El silencio como toda respuesta, las miradas desviadas y el tiempo en contra, así era su día a día. Había tenido tiempos mejores, tiempos de nubes y de almendros, dormida con la cabeza sobre sus piernas mientras temía tan siquiera toser por no despertarla, buscando siempre sus manos como un Leer más…

Ceguera

Un día decidió mirar el mundo desde el otro lado del espejo y se vio tal como era. Hasta ese momento tan sólo había visto su reflejo en contadas ocasiones, o se había mirado desde arriba como el titiritero que maneja una marioneta desvencijada, pero ese día se descubrió a Leer más…

Lugares Pequeños.

Los lugares pequeños eran sus preferidos. Las buhardillas, los huecos bajo las escaleras, los coches de dos puertas y los ascensores. Se sentía protegida cuando tenía la espalda pegada a una pared y el resto del mundo frente a ella, cuando nada podía rodearla. Dormía boca arriba y se bañaba Leer más…

Desde el café.

Terminaba a las siete. Recogía con premura sus llaves, su teléfono y sus gafas y se marchaba saludado a los compañeros que, remoloneando para no ser los primeros en marcharse, todavía estaban sentados en sus puestos. Bajaba los tres pisos por la escalera, con el estómago encogido y el corazón Leer más…

Su lucha.

Apretó fuertemente el puño pese a tener la mano llena de cristales rotos, lo que provocó un dolor lacerante y un goteo de perlas rojas que repiqueteaban sobre el suelo. Los dientes sellados, la respiración agitada, los ojos entrecerrados y los hombros cargados como escopetas, la vista fija en un Leer más…

Laura y Tinder

Laura buscaba a los hombres igual que compraba bolsos. Siempre valoraba que le quedaran bien, que combinaran con su ropa y fuesen atractivos, al menos para los demás que eran al fin y al cabo los que miraban a la pareja. Su anuncio en Tinder era claro, quería a alguien Leer más…

Sobre el banco.

En la bocana del puerto tan sólo había un banco. En verano era imposible encontrarlo vacío, pero una vez que los turistas abandonaban el pueblo aquel banco volvía a ser propiedad nuestra. Sentarte a mirar el mar, ese mar que nunca es igual, transmitía sosiego y solicitaba silencio. Si alguna Leer más…

Otoño.

El otoño nos pilló desprevenidos. Tuvimos que recolectar colores ocres, mangas largas y mantas para el sofá. Sin esperarlo nos vimos como las demás hojas arrojados al suelo y, arrastrados por el viento, llegamos a casa justo a tiempo para besarnos. Las tardes se nos fueron apagando, nos cambiaron una Leer más…